Los medios de comunicación dan mucha importancia a la apariencia física de las personas y muchos de nuestros jóvenes se esfuerzan por lograr esa perfección no realista. Los trastornos alimenticios generalmente comienzan en la adolescencia (9 a 14 años para anorexia) o juventud (16 a 26 años para bulimia). Un 90 por ciento de los afectados son mujeres. Estos trastornos son bulimia y anorexia. Los bulímicos así como los anoréxicos sienten una preocupación inmensa por la comida y temen ser gordos.
La anorexia puede distinguirse por la pérdida de peso. La persona anoréxica hace dietas severas o no ingiere comida. La persona bulímica tiene episodios en que come demasiado y luego se purga (vómito forzado) La consecuencia es subir de peso en vez de bajar. Ambos trastornos son perjudiciales para la salud. A veces puede ser necesaria la hospitalización y, en casos muy graves, pueden causar la muerte.
Hay diversas señales de advertencia que podrían indicar que existe un trastorno alimenticio como anorexia o bulimia:
Si sospecha que una persona padece un trastorno alimenticio, hable con su familia sobre los buenos hábitos alimenticios y sobre el ejercicio, no de las dietas ni el peso. No hable de su propio peso. Muchas veces tendemos a hacer comentarios sobre nuestro peso de forma negativa. Estimule al niño y adolescente a desarrollar sus destrezas naturales, no exija más de lo que es capaz. Averigüe por qué su hija quiere bajar de peso. Ponga atención a lo que sucede con su hijo(a) tanto en casa como en la escuela.
Existen muchos tipos diferentes de este trastorno que requieren el cuidado clínico de un médico o de otro profesional de la salud. Si sospecha que su hijo o hija padece de un trastorno alimenticio, su primer paso es pedir una cita con su médico de cabecera para un examen físico completo. Informe al médico de sus sospechas y de los síntomas que ha observado. Su médico podrá ayudarle a desarrollar un plan de tratamiento.