Fiebre

De Adelgazar


La fiebre es un síntoma clínico que se define como un estado patológico que implica la alteración temporal del sistema de termorregulación hipotalámica y una elevación consecuente de la temperatura corporal por encima del valor considerado normal (alrededor de 36,8 grados Celsius para los seres humanos en condiciones basales). Hay que distinguir la fiebre de la hipertermia, que se debe a factores exógenos e implica el aumento de la temperatura corporal sin cambio en la actividad de termorregulación.

La fiebre puede ser inducida por numerosos procesos patológicos desencadenados por estímulos endógenos o exógenos.

La fiebre puede provocar una pérdida de peso debido a que el cuerpo pierde calorías en forma de calor y además no se consume la misma cantidad de comida al perder el apetito. Existen unas pastillas adelgazantes muy peligrosas, y prohibidas desde hace varias décadas, que contienen DNP (2,4-dinitrofenol), una sustancia tóxica que quema la grasa corporal y provoca una temperatura corporal tan elevada que puede causar la muerte.

Contenido

Temperatura corporal

Las reacciones químicas que permiten la vida sólo pueden tener lugar dentro de un cierto rango de temperatura. Los animales de sangre caliente usan mecanismos endógenos de termorregulación que mantienen una cierta temperatura corporal media, que varía de especie a especie, y permite las funciones vitales.

En los seres humanos una temperatura superior a 37 °C se considera fiebre; sin embargo, este es un valor aproximado. En este sentido se han realizado muchos estudios y, según las fuentes, hay varias temperaturas que se consideran "normales". Los últimos estudios indican una temperatura de 36,8 °C, con una variabilidad individual de aproximadamente ±0.4 °C.

La temperatura corporal aumenta de noche, o a mediodía, ya que disminuye en nuestro organismo la producción de cortisol. El cortisol se produce principalmente en las primeras horas de la mañana, con un pico entre las 11 y las 12, y es un potente anti-inflamatorio ya que bloquea la producción de prostaglandinas, que son responsables de la aparición de la fiebre.

Causas de la fiebre

La fiebre es un aumento de la temperatura corporal provocada por numerosas citoquinas en diversas condiciones patológicas. Se diferencia de la hipertermia no febril por su especial mecanismo de aumento de la temperatura sistémica, que consiste en una elevación reversible del punto de ajuste hipotalámico. La alteración funcional de los centros hipotalámicos consiste en una elevación del umbral de reconocimiento de la temperatura de referencia, por el cual las neuronas advierten como temperatura umbral no menos de la determinada genéticamente (37 °C) sino una temperatura superior a esta. El deslizamiento antes mencionado determina la activación de las respuestas termoconservadoras y termodispersivas cuando la temperatura corporal baja súbitamente o sube por encima de 37 °C.

Durante la inflamación, las primeras células en ser activadas son los monocitos (células inmunes innatas presentes constitutivamente en el tejido vascular), que maduran en macrófagos y comienzan a secretar citoquinas, unas proteínas que actúan tanto de forma local como sistémica. En este último caso, son muy importantes las interleuquinas 1 y 6 (IL-1 y IL-6) y las TNF-α, pero también otros pirógenos como la TNFß, IFN, IFNß, IFN, MIP-1, IL-2 , IL-8 y otros péptidos producidos por los macrófagos, que actúan indirectamente sobre las neuronas hipotalámicas. No son capaces de cruzar la barrera hemato-encefálica, pero son capaces de activar las células endoteliales de los vasos sanguíneos que irrigan el hipotálamo para producir y liberar las prostaglandinas, en particular la PGE2 y otros derivados del ácido araquidónico. Estas sustancias, debido a su bajo peso molecular, cruzan la barrera hemato-encefálica alcanzando las neuronas de termorregulación, a nivel del área preóptica del hipotálamo, que se unen a receptores específicos (EP3) y causan un aumento en la concentración de AMP cíclico interno que conduce a la desregulación del centro hipotalámico. El centro termorregulador, que actúa como un termostato del organismo humano, no está ahora calibrado aproximadamente a 37 °C sino a una temperatura más alta. El hipotálamo entonces es "instruido" para mantener una temperatura corporal superior.

Fases de la fiebre

La fiebre por lo general se produce en tres fases:

  • Fase prodrómica de ascenso. Coincide con el inicio de la producción de prostaglandinas. Las neuronas hipotalámicas son calibradas a una temperatura superior a 37 °C y desencadenan las reacciones que determinan el aumento de la temperatura corporal: espasmos involuntarios de los músculos (escalofríos o temblores), activación del sistema ortosimpático que provoca vasoconstricción periférica, y la estimulación de la tiroides que activa la tasa metabólica basal. A nivel del músculo esquelético, por tanto, no solo hay una contracción involuntaria, sino también una actividad de cascadas de señalización intracelulares, con la expresión de PGC1, un factor de transcripción que activa la biogénesis mitocondrial. Al mismo tiempo se activa la transcripción de UCP, lo que disminuye la eficiencia en la síntesis de ATP en la mitocondria. Por lo tanto, tenemos más mitocondrias ineficientes, con una mayor producción de calor en cada uno de los miocitos. En esta etapa el individuo tiene una percepción general de frío, porque aún no se ha alcanzado el punto de ajuste hipotalámico.
  • Fase de fastigio (cumbre) o acmé febril. Dura todo el período de producción de prostaglandinas. Las neuronas hipotalámicas mantienen la temperatura en el nuevo valor. La persona tiene una sensación de calor, con la piel caliente y enrojecida, dolor de cabeza, mialgia, oliguria, agitación y aumento del ritmo cardíaco y la respiración.
  • Fase de desaparición de la fiebre. Comienza con la inactivación de la producción de prostaglandinas y es más rápida cuanto mayor sea la eliminación de posibles patógenos. Las neuronas vuelven a ser calibradas al valor normal de 37 °C, reconociendo la temperatura corporal elevada y activando los mecanismos para asegurar que ésta es menor. Hay estimulación del sistema colinérgico, que provoca sudoración y vasodilatación periférica. La etapa de desaparición de la fiebre puede ser gradual (desaparición de la fiebre por lisis) o inmediata (desaparición de la fiebre por crisis). El individuo tiene una sensación de calor, sudoración y piel enrojecida.

Tratamiento de la fiebre

En la mayoría de los casos la fiebre se asocia a infecciones con resolución espontánea, como en las enfermedades virales comunes (ejemplos: gripe, mononucleosis infecciosa). El uso de antipiréticos en estos casos sólo sirve para disminuir la incomodidad del paciente, pero no acelera o facilita la resolución de la infección. Estos medicamentos actúan bloqueando la síntesis de prostaglandinas, pero no eliminan la causa subyacente de la fiebre. No es infrecuente que el uso inadecuado de antipiréticos pueda enmascarar una infección bacteriana tratada incorrectamente.

La fiebre debe ser considerada parte del mecanismo de defensa del cuerpo, ya que dificulta la replicación de microorganismos infecciosos (especialmente virus, a través de la producción de interferones), por lo que es útil reservar los antipiréticos para cuando sean necesarios o para reducir los síntomas sistémicos asociados, tal como dolor de cabeza, mialgia y artralgia, o si hay presencia de indicaciones específicas, preferiblemente bajo supervisión médica en los niños pequeños, ancianos frágiles, y pacientes con problemas de corazón y de pulmón. En este último caso es muy recomendable el tratamiento, ya que la fiebre aumenta la demanda de oxígeno. Por cada grado por encima de 37 °C, el organismo requiere un 13% más de oxígeno, lo que puede empeorar una insuficiencia cardíaca o una enfermedad respiratoria crónica.

La observación cuidadosa permite que la fiebre lleve a cabo su tarea defensiva si la persona ejerce normalmente su actividad en el hogar, está lúcido, bebe, suda, orina, y no hay otros síntomas relacionados como vómitos, tos, diarrea o dolor de cabeza.

La fiebre sin causa aparente (en los niños a menudo puede estar causada por el estrés emocional, cambios de lugar, hogar, viajes), por lo general dura unos días y desaparece sin tratamiento. En este caso es recomendable no exponerse a cambios de temperatura entre el interior y el exterior, y permanecer reposando en casa unos días, evitando el calentamiento excesivo del medio ambiente.

Cuando se tiene fiebre, por lo general, no se necesita ni se desea comer, pero se debe beber agua para dispersar el calor y eliminar las toxinas.

Para los niños que son propensos a las convulsiones febriles es recomendable el diazepam (dependiendo de la dosis recomendada por el médico), que se administra por vía rectal, y cortisona (también si es indicada por el médico).

En cualquier caso, los fármacos como la aspirina sólo son eficaces si la fiebre tiene orígenes inflamatorios, ya que el ácido acetilsalicílico actúa inhibiendo la producción de prostaglandinas.

El tratamiento de la fiebre por medios físicos (esponja de agua o alcohol), no se recomienda en caso de fiebre de origen central, pero puede ser recomendado en el caso de hipertermia. Con los medicamentos sucede al contrario, no se pueden recomendar en caso de hipertermia porque en este caso se carece del mecanismo central de elevación de la temperatura sobre el que actúan. Por hipertermia se entiende una temperatura rectal igual o mayor que 41,6 °C, no debida a la acción de pirógenos endógenos sino a otros mecanismos que dan lugar a un aumento de la producción endógena primitiva de calor, y que actúan fuera del control del centro hipotalámico que regula la temperatura corporal. Este sería el caso en el hipertiroidismo, los golpes de calor y los trastornos de la capacidad para disipar el calor (disautonomía familiar o displasia ectodérmica anhidrótica).

La asociación entre el paracetamol y el ibuprofeno parece dar mejores resultados en la reducción del tiempo para eliminar la fiebre que el uso exclusivo de paracetamol. Además, la combinación de los dos fármacos tiene una mayor duración de control de los síntomas.

Fiebre en los niños

El tratamiento farmacológico de la fiebre en los niños es el paracetamol y el ibuprofeno. Es necesario tener en cuenta lo siguiente:

  • Utilizar estos medicamentos sólo cuando el niño tenga un evidente malestar general.
  • El ácido acetilsalicílico (aspirina) no se puede utilizar debido al riesgo de síndrome de Reye.
  • Los corticosteroides no deben ser utilizados porque sus efectos adversos son altos en relación a sus beneficios.
  • No se recomienda el uso combinado o alternado de paracetamol e ibuprofeno.
  • La administración rectal sólo se debe utilizar en caso de vómitos.
  • Las dosis de antipiréticos deben ser las aprobadas por el médico y nunca ir más allá de las dosis recomendadas, en particular con el paracetamol, ya que el riesgo de hepatotoxicidad es alto.
  • El ibuprofeno no debe utilizarse en caso de varicela, si el niño está deshidratado o si tiene la enfermedad de Kawasaki.
  • La dosis de medicamentos debe calcularse en función del peso y no en la edad.
  • En caso de asma, el paracetamol no está contraindicado pero sí el ibuprofeno (cuando está presente un asma causado por fármacos antiinflamatorios no esteroideos).
  • No se recomienda el uso preventivo de paracetamol ni ibuprofeno para prevenir la fiebre por reacción a las vacunas ni para prevenir las convulsiones febriles (porque no las impiden).

Clasificación de la fiebre

Dependiendo del valor de la fiebre (medición axilar), ésta puede clasificarse de diversas maneras: subfebril (37-37.3), febrícula (37.4-37.6), fiebre moderada (37,7-38,9), fiebre alta (39-39.9), e hiperpirexia (>40).

Tipos de fiebre

La fase cumbre de la fiebre tiene tendencias características de acuerdo con las causas que producen la fiebre. Se distinguen varios tipos de fiebre:

  • Fiebre continua. La temperatura corporal llega a 40 °C y se mantiene prácticamente constante durante el período de cumbre, con fluctuaciones diarias en la temperatura corporal que son siempre inferiores a un grado centígrado sin que nunca se produzca la desaparición de la fiebre. Es común en la neumonía. Por lo general, se produce la desaparición de la fiebre por crisis con sudoración profusa.
  • Fiebre con inicio y desaparición gradual (desaparición de la fiebre por lisis). Se da con una transición moderada en el tiempo.
  • Fiebre de aparición y desaparición brusca (desaparición de la fiebre por crisis). Tiene una transición extremadamente rápida. Durante la crisis se produce una intensa sudoración.
  • Fiebre remitente o discontinua. El aumento de la temperatura se produce durante el período de cumbre con desviaciones diarias de dos a tres grados, sin que desaparezca nunca la fiebre. Es común en la septicemia, las enfermedades virales y la tuberculosis.
  • Fiebre intermitente. Los períodos de hipertermia se alternan con períodos de apirexia (sin fiebre). Estas oscilaciones se observan durante el mismo día (como en la sepsis, los tumores, las enfermedades a causa de drogas), o bien durante varios días (como en el caso de la malaria, el linfoma de Hodgkin y otros linfomas). Una fiebre alta (alrededor de 40 °C, o entre 37 y 38 en presencia de sudoración, intermitente y asociada con escalofríos, es el síntoma de una infección de origen bacteriano.
  • Fiebre ondulante. El periodo febril va de 10 a 15 días.
  • Fiebre recurrente y familiar. En la fiebre mediterránea familiar, el período febril está entre 3 y 5 días.

Medición de la fiebre

La medición de la temperatura corporal se hace mediante un termómetro para uso médico. El valor indicado por el instrumento no representa necesariamente la temperatura interna, y dependiendo del modo de medición se distinguen temperaturas diferentes:

  • Temperatura rectal. Mediante la inserción del bulbo del termómetro en el recto a través del ano. Por lo general, da una temperatura entre 36,8 °C y 37,3 °C.
  • Temperatura oral. Introduciendo el termómetro en la boca. Suele dar entre 36,8 °C y 37,5 °C.
  • Temperatura timpánica. Mediante la detección por rayos infrarrojos.
  • Temperatura axilar. Poniendo el termómetro en el hueco de la axila. Entre 36,5 °C y 36,8 °C.
  • Temperatura inguinal. Poniendo el termómetro en el hueco de la ingle. Entre 37 °C y 37,5 °C.


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