Síndrome metabólico

De Adelgazar


El síndrome metabólico es una combinación de problemas de salud debidos a un mal funcionamiento del metabolismo del cuerpo. Es parte de los llamados "síndromes emergentes". Su importancia clínica y su origen exacto sigue siendo controvertido. Todavía no se puede asegurar que este síndrome sea realmente una enfermedad, sino una agrupación de factores de riesgo más o menos unidos por una serie de ciclos metabólicos comunes.

El síndrome metabólico describe un trastorno que se considera precursor de varias enfermedades graves:

  • Diabetes tipo 2, con un riesgo 7 veces mayor que el resto de la población.
  • Problemas cardiovasculares.
  • Accidente vascular cerebral (ACV): riesgo de 1,26 a 2,2 veces superior según la OMS.

También podría ser causante de:

  • Depresión o ansiedad.
  • Demencia. Hay estudios que muestran una posible asociación entre el síndrome metabólico (y/o sus factores individuales) y el riesgo de demencia (vascular o por enfermedad de Alzheimer). La hipertrigliceridemia se asocia significativamente con el riesgo de demencia vascular. La diabetes se asocia con ambas formas de demencia (en los ancianos), lo que muestra la importancia de la prevención.
  • Cáncer. Los estudios epidemiológicos que relacionan el síndrome metabólico con el cáncer son escasos, pero casi todos los componentes del síndrome han sido individualmente vinculados al desarrollo de cáncer. Al menos dos estudios muestran que la combinación de factores del síndrome metabólico aumenta el riesgo de muerte por cáncer de colon en comparación con los factores individuales. Cada proceso o subproceso descrito por este síndrome (resistencia a la insulina, actividad de la aromatasa, producción de adipoquinas, angiogénesis, explotación de la glucosa y estrés oxidativo/daño en el ADN, pueden contribuir a una sinergia para promover el cáncer, más que los factores del síndrome por separado (de alguna manera, la suma de las partes sería un factor de riesgo mayor que la suma del riesgo de cada componente). La relación con otros tipos de cáncer está aún bajo estudio.

El tabaco y/o el alcoholismo aumentan aún más el riesgo cardiovascular y de padecer cáncer en personas con síndrome metabólico.

Contenido

Definición

Hay consenso en que existe síndrome metabólico en los casos en que por lo menos tres de los siguientes trastornos están asociados a la misma persona:

  • Niveles anormalmente altos de insulina (lo que explicaría el mayor riesgo de mortalidad cardiovascular asociado a este síndrome, y el riesgo de diabetes tipo 2 inducido por el agotamiento del páncreas que debe producir más insulina para reducir la hiperglucemia. No obstante, el síndrome puede existir en los no diabéticos.
  • Hipercolesterolemia con colesterol HDL (colesterol "bueno") menor de 1,04 mmol/l para los hombres y 1,29 mmol/l (46 mg/dl) para las mujeres.
  • Hipertensión. El tratamiento antihipertensivo debe ser tenido en cuenta como criterio. Este criterio es más común en los hombres.
  • Sobrepeso, especialmente si hay obesidad central (circunferencia de la cintura mayor de 102 cm para los hombres y 88 cm para las mujeres). Este criterio es más común en las mujeres. El sobrepeso también aumenta el riesgo de aterosclerosis.
  • Hiperglucemia, es decir, una cantidad excesiva de azúcar en la sangre (triglicéridos superiores a 1,6 o 1,7 mmol/l (o 150 mg/dl) y/o glucosa en sangre (medida en ayunas) mayor o igual a 6,1 mmol/l (o 110 mg/dl). Cualquier hiperglucemia sostenida aumenta el riesgo cardiovascular, debido a que el colesterol malo y los triglicéridos (grasas en la sangre) afectan a las arterias, y también es un factor precursor de hipertensión.

Otros criterios se pueden añadir a los anteriores en función del progreso de la investigación:

  • Inflamación, medida por la tasa de proteína C-reactiva e interleuquina 6.
  • Microalbuminuria. Es un buen marcador independiente de riesgo cardiovascular y también un indicador del éxito del tratamiento.
  • Síndrome de ovario poliquístico, que es un trastorno metabólico caracterizado por hiperandrogenismo (hirsutismo y virilización), infertilidad debida a la falta de ovulación, trastornos menstruales y obesidad). Puede ser tanto una causa como una consecuencia del síndrome metabólico, a menudo asociada con obesidad y resistencia a la insulina.

Varios estudios en curso sugieren que existen vínculos entre el síndrome metabólico y otras enfermedades: síndrome de apnea obstructiva del sueño (a menudo asociada a la obesidad), enfermedades dependientes de hormonas como el cáncer de mama, útero, próstata o testículos, cáncer de [colon] (la alimentación puede estar involucrada) y la enfermedad de Alzheimer.

La OMS modificó el criterio de resistencia a la insulina medida por una glucemia en ayunas mayor o igual a 6,1 mmol/l, o una insulinemia en ayunas en el cuartil superior, asociada a dos o más de los siguientes criterios:

  • Índice de masa corporal (IMC) mayor o igual a 30 kg/m², o una relación cintura-cadera superior a 0,9 en hombres y 0,85 en mujeres.
  • Colesterol HDL por debajo de 0,9 mmol/l para los hombres (1,0 mmol/l para las mujeres), o triglicéridos por encima de 1,7 mmol/l.
  • Presión arterial mayor o igual a 140/90 mm Hg o tratamiento antihipertensivo.
  • Tolerancia oral a la glucosa en 75 gramos de glucosa con un umbral de glucemia a 2 horas fijado a 7,8 mmol/l.

Detección

Las revisiones para detectar un 80% de los casos de síndrome metabolíco son sencillas y de bajo coste: medida de la circunferencia de la cintura, y un análisis de sangre para conocer los triglicéridos. Para el restante 20% de los casos, mientras que el páncreas sea capaz de mantener la glucosa en niveles cercanos a lo normal, el síndrome metabólico será difícil o imposible de detectar por las pruebas rutinarias de glucosa en sangre. La medida del peso corporal y el índice de circunferencia de la cintura son suficientes para detectar un número significativo de adolescentes afectados por este síndrome.

Una detección prematura a menudo impide el desarrollo de enfermedades graves e incapacitantes como la diabetes tipo 2 o los trastornos cardiovasculares.

Causas

La primera causa metabólica funcional del síndrome metabólico es una resistencia a la insulina (insulino-resistencia).

La insulina juega un papel regulador del metabolismo pancreático a través del control sobre la distribución de la glucosa en el cuerpo y las células. Una célula más resistente a la insulina no absorbe la glucosa normalmente, por lo que ésta se encuentra muy concentrada en la sangre. El páncreas produce más insulina, hasta que este aumento no compensa la resistencia a la insulina de las células, una situación que provoca una glucemia (azúcar en sangre) muy alta.

La resistencia a la insulina a menudo conduce a la obesidad central (lo que popularmente conocemos como "tener barriga"). Parece un proceso auto-sostenible relacionado con la capacidad de las células grasas del estómago para producir una señal bioquímica que inhibe los receptores de insulina de las células vecinas, lo que reduce su capacidad para absorber el azúcar.

La causa de esta resistencia a la insulina sigue siendo poco conocida. Podría ser una sinergia de diversos factores, con predisposición genética y, a veces, influida por causas ambientales. Estas causas podrían incluir la acción sinérgica de disruptores endocrinos (como las dioxinas o algunos plaguicidas, incluso a dosis muy bajas), pero se han vuelto tan presentes en el aire, agua, alimentos, e incluso en el "medio ambiente" natural, que es muy difícil para los investigadores estudiar la evolución y las interrelaciones de los posibles factores de riesgo. Además, muchos de estos disruptores son muy estables y solubles en grasa.

Un perfil hormonal androgénico en mujeres posmenopáusicas se ha asociado tanto con los factores individuales del síndrome metabólico como con anomalías metabólicas.

Orígenes y factores predisponentes

Hay varios factores que promueven el síndrome metabólico:

  • Herencia. Cuando el síndrome se asocia claramente con diabetes tipo 2, aunque los genes responsables y los marcadores correspondientes aún no han sido identificados.
  • Vida sedentaria. Estilo de vida donde el ejercicio físico es muy limitado.
  • Mala alimentación. Tomar mucho azúcar, carne, alcohol, grasas, no suficientes frutas y verduras, bebidas o alimentos que contengan determinadas disruptores endocrinos (como la comida basura). En general, una alimentación que resulte en hipertensión, hipertrigliceridemia o hiperglucemia con déficit de colesterol HDL en sangre.
  • Exposición (posiblemente ya en el útero) a disruptores endocrinos feminizantes, especialmente en los niños o los hombres, si también está presente un síndrome de disgenesia testicular.
  • Abdomen voluminoso. Este factor puede haber sido sobrestimado, ya que los pacientes cuya cintura es inferior a 85 cm en hombres y 90 cm en las mujeres también están expuestos a este síndrome.

Prevalencia y epidemiología

La prevalencia del síndrome metabólico varía según la región geográfica, etnia, cultura, género (masculino o femenino), nivel de desarrollo del país, clase social, dieta, tasa y tipos de actividad física, esperanza de vida y edad.

Variación geográfica

El síndrome metabólico sigue creciendo de forma alarmante en los Estados Unidos: un 23,7% de la población lo padece. El aumento es más rápido en los últimos años. En sólo 6 años (1988-1994), ha aumentado un 6,7% entre personas de 20-29 años, un 43,5% entre 60-69 años y un 42% entre mayores de 70 años. Se ha incrementado en un 27% entre 1999 y 2000, especialmente entre las mujeres.

Casi 47 millones de personas son víctimas del síndrome metabólico en Estados Unidos (un adulto de cada 4 o 5, y aproximadamente 1 de cada 10 adolescentes en la década de 1990) hasta el punto de que podría convertirse en la fuente primaria de enfermedad cardiovascular superando al vicio de fumar.

La diferencia de género es claramente evidente con la edad (quizás por el efecto hormonal asociado con la menopausia).

En Europa, en la década de 2000, se encontró en un 19,2% de mujeres y un 26,3% de los hombres de 70 años.

Los adultos son los más afectados (40% de los mayores de 50 años en Estados Unidos y casi un 30% en Europa), pero en los países ricos los adultos jóvenes e incluso los niños están cada vez más afectados.

Síntomas

No hay síntomas que describan específicamente el síndrome metabólico en sí, ya que se define por una combinación de diferentes factores de riesgo, cada uno con sus síntomas propios. La aparición de un síntoma significa que el síndrome se ha convertido en enfermedad, como la diabetes tipo 2 o la aterosclerosis.

Perfil de riesgo

El perfil típico de una persona con síndrome metabólico es alguien con vida sedentaria, colesterol HDL bajo y triglicéridos altos, con sobrepeso u obesidad (IMC > 25), hipertensión, de género hombre de más de 50 años o mujer mayor de 60 años (con mayor riesgo en caso de haber padecido síndrome de ovario poliquístico, si ha sufrido diabetes gestacional, o si ha dado a luz a un bebé que pesara más de 4 kg).

Cada vez se ve afectada gente más joven (en 1999, el 11,5% de 2244 niños en edad escolar de Quebec, de 9, 13 y 16 años, tenían síndrome metabólico).

El riesgo aumenta con una historia familiar de diabetes tipo 2 (genética o por alimentación), y también influye si la etnia es de origen hispano, afro-americano, nativo americano, asiático o polinésico. Hasta el momento no se sabe distinguir entre posibles causas genéticas, culturales o socioeconómicas.

Prevención

En general, para prevenir el síndrome metabólico es necesario:

  • Dieta saludable. Baja en sal, restringir los alimentos con alto índice glucémico, rica en fibra y en alimentos con bajo contenido de azúcar (para mejorar la hipertensión), rica en frutas, frutos secos y legumbres, rica en lípidos monoinsaturados y productos lácteos sin grasa. Una dieta mediterránea sería la más favorable. Las personas con sobrepeso deberían reducir las porciones diarias y la ingesta de calorías.
  • Actividad física (caminar a paso ligero, footing, nadar, trotar, montar en bicicleta, etc.). Al menos 30 minutos por día y por lo menos cinco días a la semana, y lo suficientemente intensa como para inducir un aumento del ritmo cardíaco y sudoración.

Estos cambios en el estilo de vida impiden:

  • Un mayor riesgo cardiovascular y de padecer diabetes. Los obesos que sufren de resistencia a la insulina, pueden reducir a la mitad (58%) la incidencia de diabetes tipo 2 tan sólo perdiendo el 4% de su peso y haciendo actividad física (20 a 30 minutos al día). Esto es más eficaz que la medicación hipoglucemiante (metformina).
  • La resistencia a la insulina. La actividad muscular "quema" azúcares y grasas, incluso en caso de alta resistencia a la insulina. La glucemia y los niveles de insulina en sangre se reducen.
  • El aumento de peso. Reduce el riesgo de obesidad y enfermedades cardiovasculares.

Tratamiento

El síndrome metabólico se ha estudiado sólo en los últimos años y no tiene ningún medicamento específico para tratarlo en su conjunto. No está claro si es suficiente con tratar sólo los factores individuales del síndrome para reducir el riesgo de una afección más grave (es decir, tratar la hipertensión, el colesterol alto, etc). Incentivar y ayudar a los pacientes a cambiar su estilo de vida a menudo resulta eficaz y es menos costoso para la sociedad y la seguridad social.

La obesidad puede a veces tratarse con inhibidores del apetito (sibutramina, por ejemplo) o con moléculas que inhiben la absorción de grasa (orlistat).

Los medicamentos hipoglucemiantes (como la metformina) se usan para tratar la diabetes tipo 2, y pueden ayudar a combatir la resistencia a la insulina en personas con síndrome metabólico.

También se prescriben a veces medicamentos contra la hipertensión y la hipercolesterolemia, aspirina, etc, que reducen el riesgo cardiovascular.

Recuperar un peso normal, comer de forma saludable y practicar actividad física regular puede reducir el riesgo de llegar a padecer este síndrome.

Algunos también recomiendan el consumo de alimentos orgánicos y cosméticos ecológicos, para reducir el riesgo de exposición a residuos de plaguicidas, algunos de los cuales son muy sospechosos de ser disruptores endocrinos (presentes en algunas cremas, perfumes u otros cosméticos).

Se están estudiando nuevos tratamientos, siendo de especial interés los siguientes compuestos:

  • Ciertos ácidos grasos poliinsaturados (como los omega-6) y el ácido linoleico conjugado. Los ácidos grasos esenciales omega-6 parecen favorecer la acción celular de la insulina, disminuyendo el colesterol malo y las grasas, pero las pruebas clínicas no siempre son concluyentes en seres humanos. El tratamiento puede tener algunos inconvenientes e incluso, en casos de obesidad central, un aumento de la resistencia a la insulina.
  • Extracto de canela. Los experimentos con animales sugieren que esta especia puede reducir la resistencia a la insulina. En los seres humanos, un estudio clínico en 60 diabéticos tipo 2 mostró que la canela (de 1 a 6 g/día durante 40 días) reduce la glucosa en sangre de un 18% a un 29%%, el colesterol entre un 12% y un 26%, y los triglicéridos en un 23%-30%.


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